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Historia de Himnos

Has Lo Que Quieras

  • 03:20
  • February 22nd 2025

En 1907, Adelaide Pollard sintió en su vida el fuerte llamado de Dios para ser una misionera en África pero, ella no pudo reunir el dinero suficiente para poder ir al campo misionero y esto trajo a su vida una gran tristeza y frustración.

Parecía que el sueño y el profundo anhelo que ella tenía en su vida se caía en pedazos y se convertía en algo inalcanzable.

Entonces, un día en una reunión de oración a la cual ella asistió, escuchó a una mujer mayor de edad expresarle a Dios esta oración: “Está bien Señor, no importa lo que tú traigas a nuestras vidas; simplemente haz lo que tú quieras con nosotros”.

Este clamor de aquella mujer mayor de edad hizo un impacto en el corazón de Adelaide. Más tarde esa noche, Adelaide leyó en la Biblia la historia del alfarero, que aparece en el libro de Jeremías, en la que el Señor le dijo a su pueblo: “Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano” —(Jeremías 18:6).

En respuesta a todo esto, Adelaide escribió la letra de este himno, sometiendo totalmente su voluntad a la de Dios.

Siete décadas después, este precioso himno se convirtió en el tema principal de un grupo de teatro en una universidad cristiana del Medio Oeste.

Su profesor y director, Jim Young, era un hombre devoto con pasión por las artes pero, una pasión aún mayor por Jesús.

Su trabajo consistía en formar a jóvenes como actores pero, tenía un llamado más elevado que ese, el cual era ayudar a los jóvenes cristianos a conformarse a la imagen de Cristo y a reunir su energía, creatividad y amor en acciones significativas.

Inició una reunión dos veces por semana para los estudiantes de teatro en la que se esforzaban física y mentalmente, jugaban y representaban improvisaciones.

Cada ejercicio parecía funcionar en dos niveles, los estaba convirtiendo en mejores actores sí, pero también en mejores personas.

Descubrían nuevas formas de prestarse atención unos a otros, exploraban formas de llevar literalmente las cargas de los demás. Expresaban los anhelos más profundos de sus almas y se afirmaban mutuamente para esas expresiones.

De cien maneras y más, estaban trabajando en lo que significaba ser seguidores de Jesús. Esta reunión llegó a conocerse como el Grupo de Entrenamiento.

Sí, a menudo era un desafío físico, pero era mucho más. Jim no dejaba de recordarles a sus alumnos que, cualquiera que haya sido lo que el apóstol Pablo quiso decir cuando el animó a los Filipenses a “ocuparse de su salvación” — (Filipenses 2:12, NVI), tenía que haber sido algo parecido a esto: encontrar la fe en los reflejos, dejar que el Espíritu los guíara y los uniera—como los tendones en el cuerpo— amándose verdaderamente unos a otros a través de asistirse, afirmándose y participando.

Cuando este grupo de teatro ponía en escena obras, su tradición previa a la función era formar un círculo y ofrecer oraciones cortas.

Y luego cantaban este himno —completo o parcial—con una ligera variación.

¡Has lo que quieras de nosotros Señor, tú el alfarero nosotros el barro somos. Moldéanos y haznos conforme a tu voluntad, mientras esperamos rendidos y quietos.

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Iglesia Cristiana Betania: Historia de Himnos